Comencemos estas ideas hablando de los dotes de la seducción de la paloma y de verla salir a engatusar.
Contar con deleite cómo un palomo se escapa cada mañana y se trae con él a su «dama, la mete en cajón y baila para ella la danza del conquistador, «sin tocarla!». es sin duda privilegio de los colombicultores.
Amar a estos palomos buchones, nacidos para ser hermosos entre los suyos y entre los afortunados hombres que han logrado
El secreto de su belleza significa alimentar, cuidar, gastar el tiempo y el dinero esperando solo ser testigo de su belleza en las épocas de celo
Por otra parte es muy lindo disfrutar una hermosa figura compuesta ingrávida en el aire, una figura ritual para conquistar a la pareja. Ser colombicultor es casi, casi, practicar el culto al amor.
Proteger al macho, encerrando a las hembras durante todo el año para dejarlas libres sólo en la época del celo.
Proteger decimos, la belleza de él, porque el contacto continuo con «ella» se «carga» su hermosura, es sin duda una manifestación ancestral de los ritos patriarcales presentes en todas las culturas.
Y las palomas, que en la mayoría de los casos no sirven de nada