Seguramente habrá escuchado alguna vez y quizás hasta usado la frase:
“Es más feo que un pichón de Querequeté”
Cuando algo o alguien se nos antoja extremadamente feo. Pero, ¿cuántas personas han visto alguna vez en su vida a un pichón de Querequeté? Puedo asegurarles que no muchas.
Sin embargo, el Querequeté, cuyo nombre científico es Chordeiles gundlachii es una de nuestras aves más comunes en todo el territorio:
Zonas montañosas, áreas boscosas y agrícolas en las llanuras, en los cayos y hasta en las ciudades.
En fin, en todos los posibles lugares que le ofrezcan refugio y alimento. Es un ave que reside en Cuba, Bahamas, en el resto de las Antillas Mayores e Islas Caimán durante el periodo de reproducción que se extiende de mayo a agosto, y se observa raramente en las Antillas Menores durante las migraciones desde y hacia la América del Sur, donde se cree pasa el resto del año.
En algunos años puede aparecer en nuestra área tan temprano como en marzo o, en otros casos, permanecer hasta tan tarde como el mes de octubre.
Su nombre se debe, sin lugar a dudas, a que produce un sonido muy particular cuando vuela: ke-re-ke-te, con un ligero acento en la última sílaba.
De seguro hemos escuchado este sonido muchas veces, especialmente al amanecer y al oscurecer, que es cuando más frecuentemente estas aves se alimentan de insectos, que capturan al vuelo.
Es posible que este sonido que emiten sistemáticamente durante el forrajeo sea parte de un sofisticado sistema de teledetección acústica de sus presas.
Luego, al lanzarse sobre alguna presa detectada, lo hacen con la boca abierta, que se agranda con unas cerdas situadas a ambos lados del pico, tanto de la parte superior, como inferior.
La vibración de estas cerdas al desplazarse velozmente por el aire, producen otro de los peculiares sonidos que escuchamos de estas aves durante sus faenas de forrajeo:
Un comentario en «Pichón de Querequeté sobre una casa en Camagüey»