Es un hecho fuera de toda discusión que el Palomo Ladrón o de Conquista nace, pero también se hace.
Nace, en cuanto ha de poseer determinadas características genotípicas y fenotípicas que le permitan realizar a cabalidad su trabajo de caza y conquista.
El palomo debe de gozar, de salud, vitalidad, inteligencia y carácter; así como de buena estructura ósea, músculos y plumaje.
Las primeras, esenciales para incitarla a buscar, perseguir y seducir la pieza a conquistar y las segundas para permitirle resistir y desarrollar plenamente su trabajo.
Se hace, por la preparación que el palomero realiza con ellas. Aquí su papel es determinante.
Ha de permitir e incluso obligar, que durante el período de pichón, antes de definirse claramente los sexos,
se ejerciten en largos y continuados vuelos para desarrollar de forma adecuada su musculatura y probar la resistencia del plumaje en el ejercicio prolongado.
Para ello desde antes de nacer se les proporcionará a las parejas de arriadores, y más tarde a ellos mismos, la alimentación adecuada y variada que ayude a conformar durante su desarrollo la estructura óseo-muscular necesaria.
Así podremos comprobar como va evolucionando y formándose en el transcurrir de los días.
En sentido general, el entrenamiento del palomo debe dividirse en varias etapas y la primera comienza desde el destete.
Un momento complicado se origina al destetar los pichones. Es aconsejable que a los 30 días de vida aproximadamente, cuando ya están totalmente cubiertos de pluma e intentan batir las alas en el cajón,
los depositemos con cuidado a todos en el suelo del palomar, de esta forma facilitaremos su acceso a la comida,
aprendiendo por observación de las adultas a ingerir por sí mismos sus primeros granos.
Ejercitarán la musculatura al mover con facilidad las alas y al tener que desplazarse por el piso en busca de alimentos y agua.
Luego de varios dias, mas o menos a los 40 días de edad, serán pasados al palomar de pichones, donde residirán hasta el momento de definirse sexualmente.
Este palomar tendrá los suficientes posaderos para que puedan descansar sin necesidad de disputárselos.
En él realizaran vuelos diarios acompañados de mensajeras o palomas adultas que al intentar seguirlas les forzaran a obtener la necesaria resistencia en vuelo.
Lo ideal es que para este propósito tengamos una cantidad controlable de ejemplares dentro de las características y posibilidades creadas en nuestro palomar.
Para tal fin, lo mas aconsejado es sacar al unísono o con mas o menos pocos días de diferencia, una cantidad de pichones que oscile entre los 8 y los 10
A esta colonia le unimos dos o tres pichones de mensajeros
y cuando estos ya estén hermanados se sueltan de dos a tres horas de vuelo para que estos se desarrollen a plenitud.
Este adiestramiento se debe practicar tanto con machos como con hembras.
Una vez resuelto este aspecto, los pichones deberán pasar la mayor parte del tiempo gozando de una relativa libertad de movimiento
siempre buscando lograr la mejor familiarización con su entorno, sin la presencia (siempre molesta) de animales adultos.
Si algún palomo de afuera viene a interrumpir el entrenamiento entonces soltamos
una o dos hembras para que acompañen a los pichones y evitar así que algún palomo ajeno saque del bando a ningún pichón
es importante que estas hembras no tengan punteras indeseadas, ya que así los pichones no se acostumbran a ninguna puntera que no sea su casa.
Esto debe hacerse en los primeros cinco o seis vuelos, y una vez que los pichones estén acoplados se dejan solos para que los pichones mensajeros hagan su trabajo,
ya que estos tienen un vuelo mas rápido y fuerte que los pichones de conquista y prolongaran la distancia y tiempo de vuelo de la colonia.
En esta primera etapa será muy fácil observar cómo la ausencia de los cuidados familiares se sustituye por una relación de grupo y, a pesar de que las conductas individuales solo se expresan muy débilmente, ya nos van advirtiendo sobre las características futuras que tendrán estos animales una vez llegado a la adultez.
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