Colombofilia, el deporte que sobrevoló el coronavirus

Ni Leo Messi en el Barça, ni tampoco Cristiano Ronaldo en la Juve han conseguido entrenar en grupo durante la Fase 0 del confinamiento. Será una de las pocas veces que no han gozado de los privilegios acostumbrados. Sólo un grupo reducido de deportistas han burlado el mayor desplome de la actividad cotidiana en el deporte: las palomas mensajeras, las atletas del cielo.

Millones de estas aves alrededor de todo el mundo han proseguido con su rutina de entrenamientos, muchas de ellas en doble sesión de mañana y tarde, pese a desconocer cuándo reemprenderán el calendario competitivo suspendido por la pandemia del Covid-19.

Para el primer viernes de julio está previsto el Internacional de Barcelona, la mayor suelta de palomas del mundo, más de 20.000, desde el Park Fòrum. Modernos trailers de toda Europa transportan estos animales en jaulas cerradas que, a primera hora de la mañana, iniciarán el regreso a su palomar. “Bélgica y los Países Bajos cuentan con el mayor potencial. Tienen una gran tradición”, cuenta Tomás Montiel, presidente de la Federación Colombófila Española, creada en 1894. Ese día será de tal magnitud que habrá que avisar a Navegación Aérea: el aeropuerto de El Prat está a sólo 6 km.

Los jóvenes prefieren la maquinita antes que asumir la dedicación que requiere el cuidado de las palomas”

Tomás Montiel, presidente de la Federación Colombófila española

La tecnología GPS calcula la distancia desde el punto de partida hasta el palomar. El pichón que haya registrado una velocidad media más alta es el ganador. El tiempo se registra en un reloj electrónico que se activa cuando la primera ave llega a casa y pisa una tablilla conectada a un sistema informático que la identifica.

La colombofilia no es un deporte olímpico, aunque los griegos utilizaban palomas mensajeras para comunicar a otras ciudades los nombres de los ganadores de los Juegos Olímpicos que se celebraban en la antigua Olimpia. Fueron lo que vendría a ser el Internet de la época, mucho antes de que existiera la telegrafía sin hilos o el teléfono, cuando nadie podía imaginar que nos comunicaríamos instantáneamente por WhatsApp.

La aparición de estas nuevas herramientas ha acabado con las misiones que tenían encomendadas, algunas de alto riesgo como las acometidas durante los mayores conflictos bélicos que han azotado el planeta. A lo largo de la historia encontramos palomas condecoradas por méritos de guerra. Hay ejércitos que mantienen unidades de palomas mensajeras en activo. En España, el Ministerio de Defensa licenció a las últimas 300 palomas mensajeras alistadas en el ejército el 2 de marzo de 2010, un siglo y medio después de la creación del primer palomar en Guadalajara.

En nuestro país hay alrededor de 3.500 licencias. Una cifra que ha remontado en los últimos años. “Los jóvenes prefieren la maquinita antes que asumir la dedicación que requiere el cuidado de las palomas”, explica Montiel desde su residencia en Tenerife. Canarias, Andalucía y Baleares son las comunidades con más licencias. En España se anillan alrededor de 300.000 nuevas palomas mensajeras cada año.

Salvadoras de vidas

Su labor ha sido vital. Las palomas han salvado vidas, capaces de trasladar muestras analíticas hasta un hospital o hacer llegar una medicina a un punto remoto. Incluso existió un servicio regular de palomas que la agencia de noticias Reuters ponía a disposición de sus abonados preferentes.

Su uso actual ha quedado restringido al apartado deportivo y lo sorprendente es que fichar a un campeón para mejorar la genética de un palomar alcanza cifras astronómicas.“En nuestro país ya se pagan entre 8.000 y 9.000 euros por un buen pichón”, cuenta Tomás. “Lo de China es una barbaridad. ¡Como para que le pase algo al animal y perder toda la inversión! Pero los números les salen porque hay todo un mercado de compra-venta de pichones”.

En nuestro país ya se pagan entre 8.000 y 9.000 euros por un buen pichón”

Tomás Montiel, presidente de la Federación Colombófila española

Este animal se distingue por su sentido de la orientación, siempre regresa al palomar donde nació y fue criado. Cuando está cerca de su hogar se guía por la vista. Pero si lo sueltan a más de 1.000 kilómetros de su casa, donde ha llegado en jaula cerrada junto a otros miles, entran en juego factores como los campos magnéticos y longitudes de onda que le sitúan en el rumbo de navegación correcto, misterio no revelado. Las dificultades meteorológicas y la orografía suponen obstáculos que le impiden volar en línea recta y que sortea. Las rapaces y el hombre son sus depredadores en el viaje.

Otras características son la rapidez de vuelo y la resistencia a la fatiga que le permite recorrer distancias de 700 a 1.000 kilómetros en un día. Capaces de volar desde Casablanca a La Palma, trayecto de 1.130 km sobre el mar sin opción de descansar y al cabo de 11 horas estar en su palomar.

“Es increíble cómo encuentran el camino de casa”, dice el presidente. “Es un deporte familiar y ligado a la naturaleza. Hay un gran cariño al palomar”. Las palomas mensajeras son una raza especial que poco tiene que ver con las que abundan en nuestras calles. Su promedio de vida alcanza los 15 años frente a los cinco de sus parientes urbanas. Son las purasangre del aire. Según su morfología se dividen en velocistas, medio fondistas y de larga distancia.

La dieta es importante. No todas tienen el mismo menú. Si se trata de palomas en reposo se les proporciona bastante cebada para que no engorden. Si son crías se les da un grano más pequeño y las que empiezan a viajar reciben millo y cáñamo.

Sus entrenadores cuidan de su salud. “Los controles sanitarios para evitar posibles epidemias son estrictos. Cuando viajan lo tienen que hacer con las licencias y certificaciones de las distintas administraciones. Es el animal más controlado”, remata Montiel.

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